“Programa de capacitación vocacional en Xinjiang”:
De cómo el gobierno chino justifica el genocidio de la etnia Uigur
Fecha: 2 junio, 2022

El 23 y 24 de mayo, 14 medios internacionales publicaron la investigación ‘Los archivos policiales de Xinjiang’ que, “ofrece una nueva prueba de la magnitud de la persecución de la minoría Uigur a través de fotografías del interior de centros de reeducación”. En esas fechas, fue cuando la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, estuvo de visita en la región de Xinjiang, hogar de la minoría uigur.

Los Uigures son una minoría étnica de origen turco que habitan al noroeste de la República Popular China, en una región autónoma llamada Xinjiang. Otros uigures habitan en Kazajistán, Kirguizistán y Uzbekistán.

Los uigures de Xinjiang están asentados en esa región desde el año 840 D.C., cuando la etnia de los Kirguisis invadió su territorio y los obligó a abandonar su antiguo asentamiento en la actual Mongolia. Los uigures fueron un imperio o kanato desde el año 745 D.C. y dominaron por casi un siglo la zona norte de la extinta Ruta de la seda.

Una vez establecidos en el entorno de la cuenca del Tarim (actual región de Xinjiang) los uigures reconocieron a esas tierras como “Turquestán oriental”. Allí convivieron bajo su cultura musulmana y su religión islámica, la cual incorporaron desde el siglo VIII. Sin embargo, esta diferencia cultural respecto a la de la mayoría Han (chinos), ha desencadenado un conflicto cultural, político, de intereses económicos y de derechos humanos que data desde finales del siglo XIX.

Los uigures y Turquestán oriental.

Hasta hace 138 años, Xinjiang era conocida como «Turkestán oriental». Según estudios académicos esta región no había tenido presencia china desde la retirada de la dinastía Tang en el 755 D.C. hasta la conquista por la dinastía Qing en 1758. Fue a partir de entonces que las intenciones chinas de dominar la zona fueron reales, pero se complicaron durante más de un siglo por la resistencia de los uigures y la expansión de los imperios ruso y británico por Asia central.

Fue una época de dominio político poco eficaz y de constantes rebeliones, por lo que “las autoridades imperiales chinas, replantearon su estrategia en el Turkestán oriental y establecieron las bases conceptuales del dominio chino sobre la región. Así, el 14 de noviembre de 1884 se creaba por decreto la provincia de Xinjiang (que significa nuevo dominio o territorio)”, según un artículo publicado por la Universidad Complutense de Madrid.

Pero el concepto político de la “república” de «Turquestán oriental» se mantiene vigente en el imaginario uigur, ya que ha reforzado un sentimiento secesionista y ha generado un fuerte activismo con ciertos carices de violencia.

No obstante, esa violencia es producto de la “presunción de algún tipo de culpabilidad o peligrosidad a partir de la lengua, las prácticas religiosas, la vestimenta o las costumbres”, por lo que actualmente “Las autoridades chinas se escudan en la lucha contra el terrorismo, la radicalización religiosa y el separatismo”, argumentó un editorial de El País (España) publicado este 28 de mayo sobre la situación de los derechos humanos de los uigures.

Rechazo a la asimilación cultural china.

Desde 1884, Pekín promovió la inmigración de chinos hacia la provincia de Xinjiang y se planteó un primer intento de asimilación cultural de los uigures, mediante la divulgación de la educación confuciana. Pero más bien, esta fue una época de revueltas que permitió la fundación de dos repúblicas de «Turkestán oriental»: la primera, efímera, de 1933 a 1934, y la segunda, que sobrevivió con ayuda soviética desde 1944 hasta la fundación de la República Popular China en 1949.

En un principio, el dominio del Partido Comunista en Xinjiang fue relativamente permisivo con las prácticas uigures, pero la radicalización empezó en 1955, cuando se estableció Xinjiang como una región autónoma, lo cual fue una reafirmación del control absoluto de la China comunista. Así fue como se creó el primer programa de ‘re-educación’ conocido como Re-Educación a Través del Trabajo. El totalitarismo maoísta percibía a la etnia uigur como una amenaza contrarrevolucionaria por sus usos y costumbres.

El período de la revolución cultural (1966-1976), e incluso, durante los años ochenta del siglo pasado, fue una época de “aparente” calma, más bien una época disimulada acerca de las condiciones en que se encontraban los uigures. Lo que si resultó evidente durante ese período, fue el incremento de la diáspora hacia países musulmanes dentro de la órbita soviética. Fue hasta en los años noventa que el activismo separatista tomó nuevos impulsos con la aparición del radical Movimiento Islámico del Este de Turkestán que usó el terrorismo como forma de presión al Partido Comunista Chino y su gobierno.

“Combate” al terrorismo y violaciones a los derechos humanos. La política de Pekín.

Durante diferentes épocas, Pekín ha usado el método de los «campos” de “reeducación” para acelerar en los uigures el proceso de asimilación cultural chino, pero en realidad sin obtener los resultados deseados.

Pero con la aparición del terrorismo en 1990 por parte del Movimiento Islámico del Este de Turkestán, los chinos han aprovechado las circunstancias para justificar, y ocultar también, cualquier tipo de violación a los derechos humanos en nombre del antiterrorismo: “[…] los terroristas violentos, los separatistas nacionalistas y los extremistas religiosos han planeado y cometido una serie de violentos crímenes terroristas, causando la pérdida de vidas y daños a la propiedad de personas de todos los grupos étnicos” dijo el Gobierno (The State Council, The People’s Republic of China, 2017).

Sin embargo, en noviembre de 2018 la BBC publicó una nota en la que relata que “el 12 de julio de 2015, un satélite voló sobre los extensos desiertos y ciudades del lejano oeste de China. Una de las imágenes que logró capturar ese día fue un parche de arena gris vacío, deshabitado”, pero “el 22 de abril de 2018, una foto satelital en el mismo lugar de desierto mostró algo totalmente distinto. Una enorme instalación de seguridad había aparecido sobre la arena, enmarcada por un muro exterior de 2 km de largo salpicado por 16 torres de vigilancia”. La nota continuó reportando que “…el año pasado (2017) se conocieron los primeros reportes de que China estaba operando un sistema de campos de detención para los musulmanes que residían en la provincia de Xinjiang”.

En 2020, en otra nota de la BBC, las autoridades chinas dijeron que “solo los condenados por delitos de terrorismo o extremismo religioso están siendo «educados» en estos centros”. No obstante, en la misma nota la BBC asegura haber tenido acceso a un “documento que contiene detalles personales de más de 3.000 individuos de la región occidental de Xinjiang: cómo se visten, a quiénes contactan y cómo se comportan los miembros de sus familias”. China insiste en que así “…combaten […] el terrorismo y el extremismo religioso».

¿Un plan de genocidio?

El 23 y 24 de mayo una serie de medios internacionales, entre ellos El País de Madrid, publicó una investigación sobre  ‘Los archivos policiales de Xinjiang’, que “ofrece una nueva prueba de la magnitud de la persecución a la minoría uigur a través de fotografías del interior de centros de reeducación, fichas policiales y discursos de altos cargos del régimen comunista”. Esta denuncia del periodismo internacional se dio justo cuando la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, estuvo haciendo un viaje oficial a China, donde visitaría la región de Xinjiang para “gozar de un “acceso significativo” y sin trabas a personas y lugares en la región hogar de la minoría uigur”.

Medios occidentales critican a Bachelet por su timorata petición a Pekín de “revisar” su política antiterrorista.

Pekín evitó por todos los medios que la Alta Comisionada Bachelet pudiese tener un acceso irrestricto a la región de Xinjiang, argumentando razones de bioseguridad por la situación del coronavirus. Según un artículo publicado el 30 de mayo por DW, “Bachelet obedeció a una cuidadosa coreografía. De ahí que no le fuera posible una mirada crítica e independiente”. Sin embargo, el mismo artículo propuso que, ahora, “el reto político de Bachelet consistirá en no dejarse instrumentalizar y saber diferenciar entre lo posible y lo imposible”.

Sin embargo, varias organizaciones civiles criticaron la visita de Bachelet a China al considerar que “no ofrecía las condiciones necesarias para determinar de manera independiente la verdadera situación de los abusos contra los uigures”, según reportes del El País de Madrid.

Por su parte, la Alta Comisionada Michelle Bachelet, dijo en una rueda de prensa por videoconferencia antes de emprender regreso a Ginebra que, “esta visita no era una investigación” y reconoció que el viaje no le ha permitido “conocer las dimensiones del programa de campos de reeducación ―a los que ella se refirió en todo momento como VETC, el acrónimo en inglés para “centros de educación y formación vocacional”.

En cambio, gran parte de su conferencia Bachelet la dedicó para destacar a China como un “contribuidor clave en los foros multilaterales y regionales”. La alta funcionaria alabó los logros de Pekín en “la lucha contra la pobreza”, su “legislación para proteger los derechos de la mujer” y su apoyo a las “metas de la ONU sobre desarrollo sostenible”. También manifestó que su visita “fue una oportunidad para mantener un diálogo directo con los líderes de China, para escucharnos, plantear preocupaciones y allanar el camino para interacciones trascendentes de forma más regular en el futuro”.

Con la publicación de ‘Los archivos policiales de Xinjiang’, los ojos del mundo vuelven hacia Xinjiang para escrutar nuevamente, y con más atención que la prestada hasta ahora, la política que está implementando el gobierno del Partido Comunista Chino para reducir o erradicar a la etnia de los uigures en la región de Xinjiang.

No está claro si la oficina de la Alta Comisionada había confeccionado un informe –que todavía no vio la luz- “donde figurarían posibles violaciones a derechos humanos en Xiajiang; y sospechas de Human Rights Watch sobre la utilización de la presencia de Bachelet con fines propagandísticos por parte de Beijing”, según informó France24.


“Xinjiang Vocational Training Program”: How the Chinese government justifies the genocide of the Uyghur ethnic group.

On May 23 and 24, 14 international media outlets published the investigation ‘The Xinjiang Police Files’, which «provides new proof of the magnitude of the persecution of the Uyghur minority through photographs inside re-education centers». On those dates, it was when the UN High Commissioner for Human Rights, Michelle Bachelet, was visiting the Xinjiang region , home to the Uyghur minority.

The Uyghurs are an ethnic minority of Turkish origin who live in the northwest of the People’s Republic of China, in an autonomous region called Xinjiang . Other Uyghurs live in Kazakhstan, Kyrgyzstan and Uzbekistan.

The Xinjiang Uyghurs have settled in that region since 840 AD, when the Kyrgyz ethnic group invaded their territory and forced them to abandon their former settlement in present-day Mongolia. The Uyghurs were an empire or khanate since 745 AD and dominated the northern part of the extinct Silk Road for almost a century.

Once established in the surroundings of the Tarim Basin (present-day Xinjiang region), the Uyghurs recognized these lands as «Eastern Turkestan». There they lived together under their Muslim culture and their Islamic religion, which they incorporated from the 8th century. However, this cultural difference with respect to that of the Han (Chinese) majority has triggered a cultural, political, economic interest and human rights conflict that dates back to the end of the 19th century.

The Uyghurs and East Turkestan.

Until 138 years ago, Xinjiang was known as East Turkistan. According to academic studies, this region had not had a Chinese presence since the withdrawal of the Tang dynasty in 755 AD until the conquest by the Qing dynasty in 1758. It was from then on that the Chinese intentions to dominate the area were real, but they became complicated. for almost a century by the resistance of the Uyghurs and the expansion of the Russian and British empires in Central Asia.

It was a time of ineffective political control and constant rebellions, for which “the Chinese imperial authorities rethought their strategy in East Turkestan and established the conceptual foundations of Chinese control over the region. Thus, on November 14, 1884, the province of Xinjiang (which means new domain or territory) was created by decree”, according to an article published by the Complutense University of Madrid.

But the political concept of the «republic» of East Turkestan remains in force in the Uyghur imaginary, since it has reinforced a secessionist sentiment and has generated strong activism with certain overtones of violence.

However, this violence is the product of the «presumation of some type of guilt or dangerousness based on the language, religious practices, clothing or customs» , which is why currently «The Chinese authorities hide behind the fight against terrorism, religious radicalization and separatism” , argued an editorial in El País (Spain) published on May 28 on the human rights situation of the Uyghurs.

Rejection of Chinese cultural assimilation.

Since 1884, Beijing promoted the immigration of Chinese to the province of Xinjiang and a first attempt at cultural assimilation of the Uyghurs was proposed, through the dissemination of Confucian education. But rather, this was a time of revolts that allowed the founding of two East Turkistan republics: the first, short-lived, from 1933 to 1934, and the second, which survived with Soviet help from 1944 until the founding of the People’s Republic of China. in 1949.

Initially, the Communist Party’s rule in Xinjiang was relatively permissive of Uyghur practices, but radicalization began in 1955, when Xinjiang was established as an autonomous region, which was a reaffirmation of the absolute control of Communist China. This is how the first ‘re-education’ program known as Re-Education Through Work was created. Maoist totalitarianism perceived the Uyghur ethnic group as a counterrevolutionary threat due to their uses and customs.

The period of the cultural revolution (1966-1976), and even during the eighties of the last century, was a time of “apparent” calm, rather a time of concealment about the conditions in which the Uyghurs found themselves. What was evident during that period was the increase in the diaspora towards Muslim countries within the Soviet orbit. It was not until the 1990s that separatist activism took on new impulses with the appearance of the radical Islamic Movement of East Turkestan, which used terrorism as a form of pressure on the Chinese Communist Party and its government.

“Combat” terrorism and violation of human rights. Beijing politics.

During different times, Beijing has used the method of «re-education» «camps» to accelerate the process of Chinese cultural assimilation in the Uyghurs, but in reality without obtaining the desired results.

But with the appearance of terrorism in 1990 by the Eastern Turkestan Islamic Movement, the Chinese have taken advantage of the circumstances to justify, and also hide, any type of human rights violation in the name of anti-terrorism: “[…] the terrorists violent terrorists, nationalist separatists and religious extremists have planned and committed a series of violent terrorist crimes, causing loss of life and damage to property of people of all ethnic groups,» the government said (The State Council, The People’s Republic of China, 2017).

However, in November 2018 the BBC published a note in which it relates that “on July 12, 2015, a satellite flew over the vast deserts and cities of China’s far west. One of the images he managed to capture that day was an empty, uninhabited patch of gray sand , but “on April 22, 2018, a satellite photo of the same desert spot showed something entirely different. A huge security installation had appeared on the sand, framed by a 2 km long outer wall punctuated by 16 watchtowers . The note went on to report that «…last year (2017) the first reports emerged that China was operating a system of detention camps for Muslims residing in Xinjiang province .«

In 2020, in another BBC note, the Chinese authorities said that «only those convicted of crimes of terrorism or religious extremism are being «educated» in these centers». However, in the same note the BBC claims to have had access to a «document containing personal details of more than 3,000 individuals in the western region of Xinjiang : how they dress, who they contact and how their family members behave» . China insists that this is how “…they combat […] terrorism and religious extremism” .

A plan of genocide?

On May 23 and 24, a series of international media, including El País of Madrid, published an investigation into ‘The Xinjiang Police Archives’, which «offers new proof of the magnitude of the persecution of the Uyghur minority through photographs of the interior of re-education centers, police records and speeches by high-ranking officials of the communist regime”. this complaintof international journalism occurred just as the UN High Commissioner for Human Rights, Michelle Bachelet, was making an official trip to China, where she would visit the Xinjiang region to «enjoy «significant access» and without obstacles to people and places in the region home to the Uyghur minority.”

Western media criticize Bachelet for her timid request to Beijing to «review» its anti-terrorist policy.

Beijing avoided by all means that High Commissioner Bachelet could have unrestricted access to the Xinjiang region , arguing biosecurity reasons due to the coronavirus situation. According to an article published on May 30 by DW, “Bachelet obeyed careful choreography. Hence, a critical and independent view was not possible for him ”. However, the same article proposed that, now, «Bachelet’s political challenge will consist of not letting herself be instrumentalized and knowing how to differentiate between the possible and the impossible.»

However, several civil organizations criticized Bachelet’s visit to China, considering that «it did not offer the necessary conditions to independently determine the true situation of the abuses against the Uyghurs,» according to reports from El País of Madrid.

For her part, High Commissioner Michelle Bachelet said at a videoconference press conference before returning to Geneva that «this visit was not an investigation» and acknowledged that the trip has not allowed her «to know the dimensions of the re-education camps—which she referred to throughout as VETC, the acronym for “vocational education and training centers.”

Instead, Bachelet devoted much of her lecture to highlighting China as a «key contributor in multilateral and regional forums.» And in a France24 report, the senior official praised Beijing’s achievements in «the fight against poverty» , its «legislation to protect women’s rights» and its support for the «UN goals on sustainable development» . He also said that his visit «was an opportunity to have a direct dialogue with China’s leaders, to listen to each other, raise concerns and pave the way for meaningful interactions on a more regular basis in the future.»

With the publication of ‘The Xinjiang Police Files’, the eyes of the world turn to Xinjiang to scrutinize once again, and with more attention than ever, the policy being implemented by the Chinese Communist Party government to reduce or eradicate crime . ethnic group of the Uyghurs in the Xinjiang region .

It is not clear if the office of the High Commissioner had prepared a report – which has not yet seen the light – “where possible human rights violations in Xiajiang would appear ; and suspicions of Human Rights Watch on the use of Bachelet’s presence for propaganda purposes by Beijing”, as reported by France24.


«Programme de formation professionnelle du Xinjiang»: Comment le gouvernement chinois justifie le génocide de l’ethnie ouïghoure.

Les 23 et 24 mai, 14 médias internationaux ont publié l’enquête «The Xinjiang Police Files», qui «apporte une nouvelle preuve de l’ampleur de la persécution de la minorité ouïghoure à travers des photographies à l’intérieur des centres de rééducation». À ces dates, c’était lorsque la Haut-Commissaire des Nations Unies aux droits de l’homme, Michelle Bachelet, était en visite dans la région du Xinjiang , qui abrite la minorité ouïghoure.

Les Ouïghours sont une minorité ethnique d’ origine turque qui vit dans le nord-ouest de la République populaire de Chine, dans une région autonome appelée Xinjiang . D’autres Ouïghours vivent au Kazakhstan, au Kirghizistan et en Ouzbékistan.

Les Ouïghours du Xinjiang se sont installés dans cette région depuis 840 après JC, lorsque l’ ethnie kirghize a envahi leur territoire et les a forcés à abandonner leur ancienne colonie dans l’actuelle Mongolie. Les Ouïghours étaient un empire ou un khanat depuis 745 après JC et ont dominé la partie nord de la route de la soie éteinte pendant près d’un siècle.

Une fois établis dans les environs du bassin du Tarim (actuelle région du Xinjiang), les Ouïghours ont reconnu ces terres comme «le Turkestan oriental». Là, ils ont vécu ensemble sous leur culture musulmane et leur religion islamique, qu’ils ont incorporée à partir du 8ème siècle. Cependant, cette différence culturelle par rapport à celle de la majorité Han (chinois) a déclenché un conflit culturel, politique, économique et des droits de l’homme qui remonte à la fin du XIXe siècle.

Les Ouïghours et le Turkestan oriental.

Jusqu’à il y a 138 ans, le Xinjiang était connu sous le nom de Turkestan oriental. Selon des études universitaires, cette région n’avait pas eu de présence chinoise depuis le retrait de la dynastie Tang en 755 après JC jusqu’à la conquête par la dynastie Qing en 1758. C’est dès lors que les intentions chinoises de dominer la région étaient réelles, mais elles se sont compliquées pendant près d’un siècle par la résistance des Ouïghours et l’expansion des empires russe et britannique en Asie centrale.

C’était une époque de contrôle politique inefficace et de rébellions constantes, pour laquelle « les autorités impériales chinoises ont repensé leur stratégie au Turkestan oriental et établi les fondements conceptuels du contrôle chinois sur la région. Ainsi, le 14 novembre 1884, la province du Xinjiang (qui signifie nouveau domaine ou territoire) a été créée par décret », selon un article publié par l’Université Complutense de Madrid.

Mais le concept politique de « république » du Turkestan oriental reste d’actualité dans l’imaginaire ouïghour, car il a renforcé un sentiment sécessionniste et a généré un activisme fort aux relents certains de violence.

Or, ces violences sont le produit de la «présomption d’un certain type de culpabilité ou de dangerosité fondée sur la langue, les pratiques religieuses, les vêtements ou les coutumes» , c’est pourquoi actuellement «les autorités chinoises se cachent derrière la lutte contre le terrorisme, la radicalisation religieuse et le séparatisme». » , argumentait un éditorial d’ El País (Espagne) publié le 28 mai sur la situation des droits humains des Ouïghours.

Rejet de l’assimilation culturelle chinoise.

Dès 1884, Pékin favorisa l’immigration des Chinois vers la province du Xinjiang et une première tentative d’assimilation culturelle des Ouïghours fut proposée, à travers la diffusion de l’enseignement confucéen. Mais ce fut plutôt une époque de révoltes qui permit la fondation de deux républiques du Turkestan oriental : la première, éphémère, de 1933 à 1934, et la seconde, qui survécut avec l’aide soviétique de 1944 jusqu’à la fondation de la République populaire de Chine en 1949.

Au départ, le régime du Parti communiste au Xinjiang était relativement permissif à l’égard des pratiques ouïghoures, mais la radicalisation a commencé en 1955, lorsque le Xinjiang a été établi en tant que région autonome, ce qui a réaffirmé le contrôle absolu de la Chine communiste. C’est ainsi qu’est né le premier programme de « rééducation » connu sous le nom de Rééducation par le travail. Le totalitarisme maoïste a perçu le groupe ethnique ouïghour comme une menace contre-révolutionnaire en raison de ses usages et coutumes.

La période de la Révolution Culturelle (1966-1976), et même pendant les années quatre-vingt du siècle dernier, a été une période de calme «apparent», plutôt une période qui rendait invisibles les conditions dans lesquelles se trouvaient les Ouïghours. Ce qui était évident pendant cette période était l’augmentation de la diaspora vers les pays musulmans dans l’orbite soviétique. Il faudra attendre les années 1990 pour que l’activisme séparatiste prenne de nouvelles impulsions avec l’apparition du Mouvement islamique radical du Turkestan oriental, qui utilise le terrorisme comme moyen de pression sur le Parti communiste chinois et son gouvernement.

« Combattre » le terrorisme et la violation des droits de l’homme. Politique de Pékin.

À différentes époques, Pékin a utilisé la méthode des « camps » de « rééducation » pour accélérer le processus d’assimilation culturelle chinoise chez les Ouïghours, mais en réalité sans obtenir les résultats escomptés.

Mais avec l’apparition du terrorisme en 1990 par le Mouvement islamique du Turkestan oriental, les Chinois ont profité des circonstances pour justifier, et aussi dissimuler, tout type de violation des droits de l’homme au nom de l’antiterrorisme : «[…] les terroristes, des terroristes violents, des séparatistes nationalistes et des extrémistes religieux ont planifié et commis une série de crimes terroristes violents, causant des pertes en vies humaines et des dommages aux biens de personnes de tous les groupes ethniques », a déclaré le gouvernement (The Conseil d’État , Le du peuple République de Chine, 2017).

Cependant, en novembre 2018, la BBC a publié une note dans laquelle elle signale que «…le 12 juillet 2015, un satellite a survolé les vastes déserts et villes de l’extrême ouest chinois. L’une des images qu’il a réussi à capturer ce jour-là était une parcelle de sable gris vide et inhabitée ” , mais «…le 22 avril 2018, une photo satellite du même endroit désertique a montré quelque chose de complètement différent. Une immense installation de sécurité était apparue sur le sable, encadrée par un mur d’enceinte de 2 km de long ponctué de 16 tours de guet” . La note poursuit en indiquant que «… l’année dernière (2017), les premiers rapports ont révélé que la Chine opérait un système de camps de détention pour les musulmans résidant dans la province du Xinjiang «.

En 2020, dans une autre note de la BBC, les autorités chinoises affirmaient que «seules les personnes reconnues coupables de crimes de terrorisme ou d’extrémisme religieux sont «éduquées» dans ces centres». Or, dans la même note la BBC affirme avoir eu accès à un «document contenant les coordonnées personnelles de plus de 3.000 individus dans la région ouest du Xinjiang : comment ils s’habillent, qui ils contactent et comment se comportent les membres de leur famille». La Chine insiste sur le fait que c’est ainsi « qu’ils combattent […] le terrorisme et l’extrémisme religieux » .

Un plan de génocide?

Les 23 et 24 mai, une série de médias internationaux, dont El País de Madrid, ont publié une enquête sur «Les archives de la police du Xinjiang», qui «offre une nouvelle preuve de l’ampleur de la persécution de la minorité ouïghoure à travers des photographies de l’intérieur des centres de rééducation, des casiers judiciaires et des discours de hauts fonctionnaires du régime communiste ». Cette plaintedu journalisme international s’est produite au moment même où la Haut-Commissaire des Nations Unies aux droits de l’homme, Michelle Bachelet, effectuait un voyage officiel en Chine, où elle se rendrait dans la région du Xinjiang pour «bénéficier d’un «accès significatif» et sans obstacles aux personnes et aux lieux de la région d’origine à la minorité ouïghoure”.

Les médias occidentaux reprochent à Bachelet sa timide demande à Pékin de «revoir» sa politique anti-terroriste.

Pékin a évité par tous les moyens que la Haute-Commissaire Bachelet puisse avoir un accès illimité à la région du Xinjiang , arguant de raisons de biosécurité dues à la situation du coronavirus. Selon un article publié le 30 mai par DW, « Bachelet a obéi à une chorégraphie soignée. Par conséquent, un regard critique et indépendant ne lui était pas possible ». Pourtant, le même article proposait que, désormais, « le défi politique de Bachelet consistera à ne pas se laisser instrumentaliser et à savoir différencier le possible de l’impossible ».

Cependant, plusieurs organisations civiles ont critiqué la visite de Bachelet en Chine, estimant qu ‘»elle n’offrait pas les conditions nécessaires pour déterminer de manière indépendante la véritable situation des exactions contre les Ouïghours», selon des informations d’ El País de Madrid.

De son côté, la Haut-Commissaire Michelle Bachelet a déclaré lors d’une conférence de presse par visioconférence avant de rentrer à Genève que «cette visite n’était pas une enquête» et a reconnu que le voyage ne lui a pas permis «de connaître les dimensions des camps de rééducation – qu’elle tout au long de l’année sous le nom de VETC, acronyme de « centres d’enseignement et de formation professionnels ».

Au lieu de cela, Bachelet a consacré une grande partie de sa conférence à mettre en évidence la Chine en tant que «contributeur clé dans les forums multilatéraux et régionaux». Et dans un reportage de France24, le haut responsable a salué les réalisations de Pékin dans «la lutte contre la pauvreté» , sa «législation pour protéger les droits des femmes» et son soutien aux «objectifs de l’ONU sur le développement durable» . Elle a également déclaré que sa visite «était l’occasion d’avoir un dialogue direct avec les dirigeants chinois, de s’écouter, de soulever des préoccupations et d’ouvrir la voie à des interactions significatives sur une base plus régulière à l’avenir».

Avec la publication de ‘The Xinjiang Police Files’, les yeux du monde se tournent vers le Xinjiang pour scruter à nouveau, et avec plus d’attention que jamais, la politique mise en œuvre par le gouvernement du Parti communiste chinois pour réduire ou finir avec la criminalité les Ouïghours dans la région du Xinjiang .

Il n’est pas clair si le bureau du Haut Commissaire avait préparé un rapport – qui n’a pas encore vu le jour – « où d’éventuelles violations des droits de l’homme au Xinjiang apparaîtraient clairement signalées ainsi que les soupçons de Human Rights Watch sur l’utilisation de la présence de Bachelet à des fins de propagande par Pékin», comme a informé France24.


“Programa de Treinamento Profissional de Xinjiang”: Como o governo chinês justifica o genocídio da etnia uigur.

Nos dias 23 e 24 de maio, 14 meios de comunicação internacionais publicaram a investigação ‘Os arquivos da polícia de Xinjiang’, que «fornece novas provas da magnitude da perseguição à minoria uigure através de fotografias dentro de centros de reeducação». Nessas datas, foi quando a Alta Comissária da ONU para os Direitos Humanos, Michelle Bachelet, estava visitando a região de Xinjiang , lar da minoria uigur.

Os uigures são uma minoria étnica de origem turca que vive no noroeste da República Popular da China, em uma região autônoma chamada Xinjiang . Outros uigures vivem no Cazaquistão, Quirguistão e Uzbequistão.

Os uigures de Xinjiang se estabeleceram nessa região desde 840 dC, quando o grupo étnico quirguize invadiu seu território e os forçou a abandonar seu antigo assentamento na atual Mongólia. Os uigures eram um império ou canato desde 745 dC e dominaram a parte norte da extinta Rota da Seda por quase um século.

Uma vez estabelecidos nos arredores da Bacia de Tarim (atual região de Xinjiang), os uigures reconheceram essas terras como «Turquestão Oriental». Lá eles viveram juntos sob sua cultura muçulmana e sua religião islâmica, que incorporaram a partir do século VIII. No entanto, essa diferença cultural em relação à maioria han (chinesa) desencadeou um conflito cultural, político, econômico e de direitos humanos que remonta ao final do século XIX.

Os uigures e o Turquestão Oriental.

Até 138 anos atrás, Xinjiang era conhecido como Turquistão Oriental. Segundo estudos académicos, esta região não tinha presença chinesa desde a retirada da dinastia Tang em 755 dC até à conquista pela dinastia Qing em 1758. Foi a partir daí que as intenções chinesas de dominar a área foram reais, mas elas se complicaram por quase um século pela resistência dos uigures e pela expansão dos impérios russo e britânico na Ásia Central.

Foi uma época de controle político ineficaz e constantes rebeliões, para as quais “as autoridades imperiais chinesas repensaram sua estratégia no Turquestão Oriental e estabeleceram as bases conceituais do controle chinês sobre a região. Assim, em 14 de novembro de 1884, foi criada por decreto a província de Xinjiang (que significa novo domínio ou território), segundo um artigo publicado pela Universidade Complutense de Madri.

Mas o conceito político de «república» do Turquestão Oriental continua atual no imaginário uigur, pois reforçou um sentimento secessionista e gerou um forte ativismo com certos tons de violência.

No entanto, esta violência é produto da «presunção de algum tipo de culpa ou periculosidade com base na língua, práticas religiosas, vestuário ou costumes» , razão pela qual atualmente «As autoridades chinesas se escondem atrás da luta contra o terrorismo, a radicalização religiosa e o separatismo ”, argumentou um editorial do El País (Espanha) publicado em 28 de maio sobre a situação dos direitos humanos dos uigures.

Rejeição da assimilação cultural chinesa.

Desde 1884, Pequim promoveu a imigração de chineses para a província de Xinjiang e foi proposta uma primeira tentativa de assimilação cultural dos uigures, por meio da disseminação da educação confucionista. Mas sim, este foi um momento de revoltas que permitiram a fundação de duas repúblicas do Turquistão Oriental: a primeira, de curta duração, de 1933 a 1934, e a segunda, que sobreviveu com a ajuda soviética de 1944 até a fundação da República Popular da China. em 1949.

Inicialmente, o governo do Partido Comunista em Xinjiang era relativamente permissivo às práticas uigures, mas a radicalização começou em 1955, quando Xinjiang foi estabelecido como uma região autônoma, que era uma reafirmação do controle absoluto da China comunista. Assim nasceu o primeiro programa de ‘reeducação’ conhecido como Reeducação pelo Trabalho. O totalitarismo maoísta percebeu o grupo étnico uigur como uma ameaça contra-revolucionária devido aos seus usos e costumes.

O período da revolução cultural (1966-1976), e mesmo durante os anos oitenta do século passado, foi um tempo de calma «aparente», antes um tempo oculto sobre as condições em que os uigures se encontravam. O que ficou evidente nesse período foi o aumento da diáspora em direção aos países muçulmanos dentro da órbita soviética. Foi somente na década de 1990 que o ativismo separatista ganhou novos impulsos com o surgimento do radical Movimento Islâmico do Turquestão Oriental, que usou o terrorismo como forma de pressão sobre o Partido Comunista Chinês e seu governo.

“Combater” o terrorismo e a violação dos direitos humanos. política de Pequim.

Durante diferentes momentos, Pequim utilizou o método de «reeducação» «campos» para acelerar o processo de assimilação cultural chinesa nos uigures, mas na realidade sem obter os resultados desejados.

Mas com o surgimento do terrorismo em 1990 pelo Movimento Islâmico do Turquestão Oriental, os chineses aproveitaram as circunstâncias para justificar, e também esconder, qualquer tipo de violação de direitos humanos em nome do antiterrorismo: “[…] os terroristas terroristas violentos, separatistas nacionalistas e extremistas religiosos planejaram e cometeram uma série de crimes terroristas violentos, causando perda de vidas e danos à propriedade de pessoas de todos os grupos étnicos», disse o governo . Conselho de Estado , O Povos República da China, 2017).

No entanto, em novembro de 2018, a BBC publicou uma nota na qual relata que “em 12 de julho de 2015, um satélite sobrevoou os vastos desertos e cidades do extremo oeste da China. Uma das imagens que ele conseguiu capturar naquele dia foi um trecho vazio e desabitado de areia cinza , mas “em 22 de abril de 2018, uma foto de satélite do mesmo local do deserto mostrou algo totalmente diferente. Uma enorme instalação de segurança surgiu na areia, emoldurada por uma parede externa de 2 km de comprimento pontuada por 16 torres de vigia . A nota continuou relatando que «… no ano passado (2017) surgiram os primeiros relatos de que a China estava operando um sistema de campos de detenção para muçulmanos residentes na província de Xinjiang «.

Em 2020, em outra nota da BBC, as autoridades chinesas diziam que «apenas os condenados por crimes de terrorismo ou extremismo religioso estão sendo ‘educados’ nesses centros». No entanto, na mesma nota, a BBC afirma ter tido acesso a um «documento contendo dados pessoais de mais de 3.000 indivíduos na região ocidental de Xinjiang : como se vestem, com quem contactam e como se comportam os seus familiares». A China insiste que é assim que “… eles combatem […] o terrorismo e o extremismo religioso” .

Um plano de genocídio?

Nos dias 23 e 24 de maio, uma série de meios de comunicação internacionais, incluindo o El País de Madrid, publicou uma investigação sobre ‘Os Arquivos da Polícia de Xinjiang’, que «oferece novas provas da magnitude da perseguição à minoria uigur através de fotografias do interior de centros de reeducação, registros policiais e discursos de altos funcionários do regime comunista”. esta reclamaçãodo jornalismo internacional ocorreu no momento em que a alta comissária da ONU para os Direitos Humanos, Michelle Bachelet, fazia uma viagem oficial à China, onde visitaria a região de Xinjiang para «desfrutar de «acesso significativo» e sem obstáculos às pessoas e lugares da região. à minoria uigur”.

A mídia ocidental critica Bachelet por seu tímido pedido a Pequim para «revisar» sua política antiterrorista.

Pequim evitou por todos os meios que a alta comissária Bachelet pudesse ter acesso irrestrito à região de Xinjiang , argumentando razões de biossegurança devido à situação do coronavírus. De acordo com um artigo publicado em 30 de maio por DW, “Bachelet obedeceu a uma coreografia cuidadosa. Assim, não lhe era possível uma visão crítica e independente ”. No entanto, o mesmo artigo propunha que, agora, «o desafio político de Bachelet consistirá em não se deixar instrumentalizar e saber diferenciar o possível do impossível».

No entanto, várias organizações civis criticaram a visita de Bachelet à China, considerando que «não oferecia as condições necessárias para determinar de forma independente a verdadeira situação dos abusos contra os uigures», segundo reportagens do El País de Madrid.

Por sua vez, a alta comissária Michelle Bachelet disse em uma conferência de imprensa por videoconferência antes de retornar a Genebra que «esta visita não foi uma investigação» e reconheceu que a viagem não lhe permitiu «conhecer as dimensões dos campos de reeducação – que ela referido como VETC, a sigla para «educação profissional e centros de treinamento».

Em vez disso, Bachelet dedicou grande parte de sua palestra para destacar a China como um «contribuinte-chave em fóruns multilaterais e regionais». E em um relatório da France24, o alto funcionário elogiou as conquistas de Pequim na «luta contra a pobreza» , sua «legislação para proteger os direitos das mulheres» e seu apoio aos «objetivos da ONU sobre desenvolvimento sustentável» . Ele também disse que sua visita «foi uma oportunidade de ter um diálogo direto com os líderes da China, ouvir uns aos outros, levantar preocupações e preparar o caminho para interações significativas de forma mais regular no futuro».

Com a publicação de The Xinjiang Police Files’ , os olhos do mundo se voltam para Xinjiang para escrutinar mais uma vez, e com mais atenção do que nunca, a política que está sendo implementada pelo governo do Partido Comunista Chinês para reduzir ou erradicar o crime. os uigures na região de Xinjiang .

Não está claro se o escritório do Alto Comissário preparou um relatório – que ainda não foi divulgado – “onde possíveis violações de direitos humanos em Xiajiang apareceriam ; e suspeitas de Direitos Humanos Observe o uso da presença de Bachelet para fins de propaganda por Pequim”, conforme relatado pela France24.

Compartir