
Una obra de arte conlleva un ejercicio de reflexiones y conclusiones que llevan al artista a plasmarlas en un formato. Hay intenciones, tonos, estilos y discursos que están pensados para decir algo en específico, por lo tanto, cuando una institución cultural o el estado mismo intenta interferir ese contenido; primero, están invalidando un pensamiento y sus conclusiones; y segundo, efectivamente, están ejerciendo un acto de coacción, de censura, aunque se pretenda disimularlo como una «sugerencia».
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