Único guerrillero sandinista que participó en los dos operativos más relevantes del FSLN contra la dictadura somocista: “Diciembre Victorioso” en 1974 y “Muerte al somocismo” en 1978.
Sergio Ramírez ha descrito a Daniel Ortega como “el menos carismático” de los integrantes de la dirección histórica del FSLN. En muchas ocasiones, el escritor había dicho que Ortega no aparentaba tener ambiciones caudillistas en los años ochenta, cuando el FSLN era un partido-militar colegiado.
Ortega y Ramírez gobernaron juntos el país por cinco años (1985-1990) y repitieron su fórmula presidencial en unas elecciones que perdieron ante Violeta Chamorro el 25 de febrero de 1990. Días después, Ortega conmovido por su derrota, largó el llanto frente a doña Violeta cuando éste se reunió con ella en su casa del barrio Las Palmas de la capital. Así lo recoge en sus memorias la ex mandataria.
Más adelante, antes del cambio de gobierno previsto para el 25 de marzo, Ortega reunió a sus bases desmoralizadas en una plaza yerma del ruinoso centro de Managua, destruido por el terremoto de 1972, donde les prometió “gobernar desde abajo”; y a partir de entonces, decidió convertirse en el caudillo del partido.
En 1995, ya había expulsado a los cuadros guerrilleros más relevantes, convirtiéndolos en sombras de la historia sandinista, como en un afán muy parecido al empeño de Stalin por refundar la historia de la revolución soviética. Hizo de los militantes más mediocres, sus fieles. Aprovechó la corrupción del expresidente Arnoldo Alemán (1996-2001) para penetrar y debilitar a las instituciones.
Cuando retornó al poder en 2008, había ganado unas elecciones con apenas el 38% de los votos gracias a una maniobra legal que bajó al 35% el techo de votos para ganar unas elecciones en primera vuelta. Antes se ganaba una elección en Nicaragua con el 45% de los votos.
A partir de ese momento, su proyecto dinástico, semejante a la de la familia Somoza que ayudó a derrocar, ha sido imparable. Pero el ex guerrillero convertido en dictador, durante los duros años de la lucha contra la dictadura, no suele ser recordado por su participación en ninguna acción combativa de relevancia, sino que más bien es reconocido como un longevo preso político del somocismo condenado a 14 años de cárcel por asaltar la sucursal Kennedy del Banco de Londres, en Managua en 1967.
Desde entonces, Ortega permaneció siete años encarcelado hasta que, en 1974, Anastasio Somoza Debayle, dictador de Nicaragua, no tuvo otra opción más que liberarlo junto a ocho presos políticos, debido a un exitoso operativo del Frente Sandinista que tomó como rehenes a un nutrido grupo de funcionarios del gobierno somocista y algunos diplomáticos que asistieron a una fiesta celebrada en la residencia del señor ministro de gobierno, Chema Castillo.
El comando Juan José Quezada puso en jaque a Tacho Somoza, quien aceptó todas las peticiones del Frente que incluían, además de liberar a los presos políticos, transmitir una proclama del FSLN por televisión abierta nacional.
Sin duda, la operación Diciembre Victorioso fue una misión arriesgada donde cado uno de sus integrantes, incluido Hugo Torres, conocido como el Comandante uno, se jugaron el todo por el todo para rescatar a los prisioneros políticos de la dictadura. Sus compañeros de lucha.
Cuatro años más tarde de esa hazaña, en 1978, Torres se aventuró en una nueva maniobra guerrillera y se integró al comando Rigoberto López Pérez que ejecutó la operación Muerte al Somocismo, la más relevante a nivel internacional del FSLN.
Veinticinco guerrilleros se tomaron el Congreso en plena sesión el 22 de agosto y lograron la liberación de otro grupo de presos políticos que incluía a Tomás Borge, único fundador original vivo del FSLN en 1961. En esa toma también participó la ex guerrillera Dora María Téllez, quien ahora es presa política de Ortega y ya ha sido condenada a ocho años de prisión por el mismo delito del que acusaron a Torres, “Menoscabo a la integridad nacional”.
Cuando triunfó la revolución sandinista en julio de 1979, Torres fungió como vice ministro del interior y fue uno de los fundadores del otrora Ejercito Popular Sandinista, del cual se retiro como General. Al incorporarse a la vida civil, años después de la derrota electoral del FSLN, la ex guerrillera Mónica Baltodano, recuerda en su libro Memorias de la lucha Sandinista, que él siempre expresó sus “críticas a la conducción partidaria”. Por lo que no tardó en convertirse en un disidente del partido y ayudó a fundar el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), el partido de los disidentes.
Torres también tuvo una dimensión personal como escritor, siendo autor de los libros Rumbo norte: historia de un sobreviviente y de una antología poética llamada Coplas y algunos poemas infiltrados.
Tras la radicalización del régimen de Ortega después de las protestas masivas de 2018, Torres fue aún más crítico con el gobierno, lo cual le costó ser detenido el 13 de junio de 2021. Esa misma suerte corrieron otras figuras relevantes del sandinismo histórico. Todos han sido acusados por lo mismo: “Menoscabo a la integridad nacional”. Algunos ya han sido condenados, otros esperan ser enjuiciados y condenados.
Hugo Torres estaba en espera de su juicio, tras ocho meses encarcelado, cuando inesperadamente se hizo pública su muerte el pasado 12 de febrero. Sin embargo, a principios de enero, Mónica Baltodano había revelado al semanario Confidencial que “es público que el 17 de diciembre de 2021, Hugo Torres fue sacado de la celda que compartía con otros prisioneros en El Chipote con rumbo desconocido; que durante las últimas semanas había enfermado rápidamente y que sus compañeros tuvieron que auxiliarlo varias veces, porque, por el grado de inflamación de sus piernas, casi no podía moverse por sí mismo. Fue atendido por médicos del penal, pero no lograron aliviar su situación”.
Hasta 15 horas después de que Torres muriera, el Ministerio Público de Nicaragua emitió un comunicado notificando su fallecimiento. En el escrito señaló que su deceso había sido “por causa de enfermedad”, sin especificar cual fue la enfermedad exacta que causó su muerte. A su vez, el comunicado expresó que, “al tener conocimiento de la gravedad de su enfermedad, por razones humanitarias, pidió a la autoridad judicial la suspensión definitiva del juicio oral y público, lo que fue autorizado por el judicial”.
La muerte del mítico guerrillero que hace 48 años había puesto su vida en riesgo para liberar de las cárceles de Somoza al que hasta hace unos días fuese su carcelero, ha sido condenada a nivel internacional por la OEA, OACNUDH, CIDH, EE. UU, Costa Rica, Chile, Perú y otros organismos y países.
En tanto, a lo interno de Nicaragua, Luis Carrión, ex miembro de la dirección del FSLN y dirigente exiliado del movimiento Unamos (ex MRS), declaró al semanario Confidencial que su movimiento político “exige una investigación independiente del “crímen” del preso político Hugo Torres” y además indicó la necesidad de “el acceso al país a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACNUDH) y la Cruz Roja Internacional para que conduzcan una indagación independiente, en tanto la Policía, el Ministerio Público, y el Gobierno “no tienen credibilidad”.
Horas antes de ser capturado, Hugo Torres grabó un video en el que declaraba que nunca pensó que en esta etapa de su vida “iba a estar luchando de forma cívica y pacífica contra una nueva dictadura”, y agregó que “estos son zarpazos desesperados de un régimen que se siente moribundo, que no tiene asidero legal, que no tiene justificación como para permanecer en el poder”.
Hugo Torres compartía celda con sus antiguos compañeros de lucha, los legendarios guerrilleros, Dora María Téllez y Víctor Hugo Tinoco, así como con dirigentes del movimiento Unamos (ex MRS), Ana Margarita Vigil, Tamara Dávila y Suyen Barahona, mujeres contras las que Ortega se ha enseñado de manera particular, según organizaciones de derechos humanos.