
La información, el periodismo independiente, ha resultado ser un enemigo muy poderoso de la tiranía socialista cubana. Por eso el objetivo de todo este hostigamiento es doblegarnos, hacernos desistir de reportar desde la Isla y, sobre todo, obligarnos al exilio, es la forma que tienen de deshacerse de quienes les resultamos incómodos.


Redacción PEN Uruguay
3 de mayo, 2023.
Han sido muchas las ocasiones en que la periodista cubana Camila Acosta ha sido detenida en la vía pública sin ninguna razón, simplemente para dejarla encerrada en la patrulla policial bajo el sol y con las ventanillas cerradas en cualquier calle de La Habana. Se trata de una peculiar forma de tortura que implementa la policía política del régimen cubano contra periodistas y disidentes conocida como “patrullas horno”, dentro de las cuales las víctimas son sometidas durante horas a condiciones extremas de calor.
La persecución a Acosta comenzó en 2019, “casi inmediatamente que iniciara mi trabajo como periodista independiente”, dijo en entrevista a PEN Uruguay. Actualmente, Acosta es corresponsal de el diario ABC de España y periodista en el portal CubaNet, un medio no oficial. Antes, fue reportera en el Canal Habana del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Es gradaduada en periodismo por la Universidad de La Habana en 2016.
A pesar que la Constitución Política de Cuba, aprobada en 2019, reconoce la libertad de prensa en su artículo 55, y la “libertad de conciencia y expresión” en su artículo 54, el Código Penal condena el financiamiento extranjero, lo cual incluye el financiamiento al periodismo independiente. Una paradoja legal creada por el régimen para aparentar apertura, pero como dice nuestra entrevistada “…esto lo hicieron sabiendo que todos los recursos de la prensa independiente cubana provienen del exterior.”
Pero Acosta, además de haber sido víctima de la tortura física de las “patrullas horno”, también ha enfrentado otros métodos de presión psicológica, acoso y persecusión por parte de la dictadura durante los últimos -casi- cuatro años. Así nos relata el giro que dio su vida:
“Mi vida dio un giro abismal. Pasé a ser vista como un peligro, amenazaban e interrogaban incluso a mis padres, me difamaban en la prensa oficial, me calificaban de terrorista y mercenaria; me comenzaron a acusar de falsos delitos para, según me dijo claramente el oficial de la policía política, crearme un expediente de delincuente común que terminara llevándome a la cárcel: desorden público, violación de domicilio y receptación, fueron algunos de los delitos que me imputaron, siempre sin pruebas.”
Pero además de la intención de crearle un expediente como “delincuente común” para solapar la persecución política ejercida hacia la periodista, el régimen también ha tratado de quebrantarla aplicando otras formas de presión:
“El año 2020 -justo en medio de la COVID-19 y el aislamiento social- para mí fue muy agobiante: por presiones de la Seguridad del Estado me desalojaron de al menos siete viviendas que rentaba, de un día para otro me dejaban en la calle y, de no ser por la ayuda de mi pareja y algunos amigos, hubiese sido peor; me secuestraron en la vía pública en varias ocasiones, y digo secuestro porque ni siquiera mediaba orden judicial y en la estación policial no me dejaban avisar a mi familia, me retenían por hasta 10 horas, en una de esas ocasiones incluso me desnudaron para requisarme…”
Sin embargo, el momento de mayor peligro que enfrentó Acosta ocurrió cuando fue detenida por la Seguridad del Estado por cubrir las protestas masivas del 11J. En esa ocasión la periodista fue salvada de un juicio y una probable condena de entre 20 a 30 años, incluso de la pena de muerte por la gestiones “fundamentalmente de España, pues soy corresponsal del diario ABC.”:
“El 12 de julio de 2021 me detuvieron por reportar las protestas del día anterior (11J)… Me mantuvieron incomunicada durante cuatro días, la mitad de ellos en estado de desaparición forzada porque mi familia no sabía dónde estaba. Me querían acusar de «delitos contra la Seguridad del Estado »…”.
“…me excarcelaron a los cuatro días, acusada de “desorden público” e “instigación a delinquir”. Estuve diez meses en espera de juicio, bajo reclusión domiciliaria, seis de esos diez meses me mantuvieron en la esquina de la casa una patrulla policial…” “…enfrentaba una condena de seis meses a un año de privación de libertad, pero la policía política, viendo la repercusión internacional de mi caso, prefirió imponerme una multa de 1000 pesos, equivalente a 10 dólares aproximadamente.”
La situacion que enfrentan los periodistas independientes en la isla es de peligro permanente, donde el poder del Estado castiga a todos los que ellos consideran que son “contrarios al “estado y el orden constitucional”. Acosta afirma que, “la mayoría de los periodistas independientes cuestionan y denuncian a la dictadura, al Partido Comunista y a la cúpula militar; eso, en sí, resulta contrario a “su orden constitucional” pues esa misma Constitución establece que el Partido Comunista de Cuba es “la fuerza dirigente y superior de la sociedad y del Estado” -es decir, que está incluso por encima de la Constitución- y que el socialismo que refrenda “es irrevocable”.
PEN Uruguay (PU): A pesar de este estado de represión impuesto por el Partido Comunista de Cuba y su régimen socialista ¿Cómo ha logrado desafiar el periodismo independiente en Cuba las restricciones y la persecución del Estado?
Camila Acosta (CA): Ha sido a base de resistencia, imponiédose a los embates, “trabajando y denunciando arduamente, recurriendo a organismos internacionales y gobiernos que visibilicen y presionen -aunque sea mínimamente- al régimen cubano. Ante tanta indefensión, esa visibilidad es lo único que nos respalda.
PU: No se saben de reportes que digan que en Cuba se desaparezcan o asesinen a periodistas, ¿Practica el régimen algún tipo de “toleracia controlada” hacia el periodismo independiente en Cuba?
CA: Cuando me han cuestionado que en Cuba no se asesinan o desaparecen a los periodistas como sucede en otros países de la región, respondo que el contexto cubano es diferente en ese sentido, porque la policía política se ha especializado en esos métodos de tortura, la psicológica. Además de que, a diferencia de esas otras naciones, en Cuba constituye una política y una práctica de Estado la persecución a la prensa y a la oposición. Asi que no, no hay ningún tipo de tolerancia. Los que subsistimos dentro de la Isla, lo hacemos bajo control y asedio constante del aparato represivo.
Solamente en el año 2022, el Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP) documentó 508 agresiones contra periodistas o comunicadores. En 2021, sobre todo después de las masias protestas del 11 de julio, fueron más de 1 100 las agresiones registradas. Regulaciones de salida del país, cárcel, destierros, multas, desalojos de viviendas, difamación en medios de prensa estatales, registros en nuestras viviendas y confiscación de medios de trabajo, interrogatorios, arrestos domiciliarios o en la vía pública sin que medie orden judicial, amenazas también a la familia y amigos, torturas psicológicas y acusaciones de falsos delitos, son algunos de los aptrones represivos que enfrentamos los que en Cuba ejercemos el periodismo independiente.
Todo eso, cuando lo aplicas de manera constante, tiene una alta carga psicológica; la paranoia es para nosotros una rutina, el sentirnos todo el tiempo vigilados y perseguidos. Es un cúmulo de experiencias que afectan nuestro entorno, a nuestra familia y amigos, y nuestra psiquis. Y es eso, precisamente, lo que buscan los órganos represivos cubanos: destruirnos lentamente; es más efectivo, deja menos huellas y es menos escandaloso a nivel internacional.
PU: ¿Cómo logran la autosostenibilidad los periodistas independientes?
CA: La mayoría de los periodistas independientes en Cuba trabajamos para medios de prensa radicados en el exterior del país pues en Cuba ha sido prácticamente imposible mantener oficinas de redacción debido a todo el acoso de la Seguridad del Estado. Esos medios de prensa son los que sostienen nuestro trabajo; yo no pregunto detalles como por ejemplo, de dónde provienen los fondos porque preguntar eso, estando dentro de la Isla, puede crear ciertas dudas sobre nuestra fiabilidad ya que eso a quienes les interesa es a los oficiales de la Seguridad del Estado. No obstante, son cuestiones públicas, la mayoría de esos medios tienen grants de instituciones norteamericanas o reciben donaciones. Para mí, lo fundamental, y es algo que me deja tranquila y sin cargos de conciencia, es que no es nada ilegal ni turbio.
PU: ¿De qué manera logran llegar al público pese a las carencias económicas y las limitaciones de acceso a la red en Cuba?
CA: Logramos llegar al público gracias al internet porque difundir documentos impresos es penado por la ley. Aunque la conexión a internet tiene sus limitaciones y todavía hay miles de cubanos sin siquiera un teléfono celular, cada vez son más los que recurren a las plataformas de los distintos medios de prensa independientes para informarse. Incluso, en varias ocasiones los medios de prensa estatales han tenido que emitir criterios o aclaraciones -la mayoría de las veces manipulaciones- debido a las noticias que se emiten en las redes o en la prensa independiente.
En menos de cinco años los seguidores de CubaNet -que es el medio independiente para el que trabajo- han aumentado diez veces, sobrepasando el millón, una cifra que aumenta cada semana.
Tengo varias anécdotas de personas que me han reconocido en la calle, otros colegas me han contado situaciones similares. Eso demuestra que nuestro trabajo está llegando al público y, mejor aún, nos alientan y agradecen.
PU: ¿Cómo evalúas el “estado de salud” del periodismo independiente en la Isla y hacia dónde crees que se encamina en el futuro inmediato?
CA: La prensa independiente dentro de la Isla actualmente apenas sobrevive, muchos han sido forzados al destierro, el resto resistimos bajo acoso constante y aislados. No tengo las cifras exactas, pero estimo que hace dos años éramos más del doble de los que quedamos hoy reportando dentro de Cuba; eso te da una idea del recrudecimiento de la represión y del terror.
Pero siempre digo que esto es como una carrera de relevos, unos se van y otros vienen, lo importante es que siempre habremos personas reportando desde Cuba. También el internet facilita mucho el trabajo.
Hace veinte años los periodistas independientes reportaban a través de llamadas telefónicas al exterior, les cortaban las líneas y muchas veces las noticias llegaban con retraso, los arrestos o golpizas a los que eran sometidos se conocían una o dos semanas después. Era un contexto mucho más adverso y, aún así, resistían y se continuaba reportando. Con el acceso a internet ha aumentado el trabajo reporteril y también la cantidad de medios de prensa que miran y cuentan Cuba desde una versión de los hechos que el régimen manipula y esconde, más apegada a la objetividad periodística.
Pese a las carencias, hemos logrado irles arrebatando el monopolio de la información y, más aún, el relato de los hechos. Eso se la logrado con mucho sacrificio, arduo trabajo y responsabilidad. También, con el internet, ha llegado a Cuba lo que llamamos el periodismo ciudadano, cualquier persona con un teléfono se convierte en un reportero de esa cruda realidad. Por ejemplo, la mayoría de los videos de la represión del 11 de julio de 2021 fueron grabados y subidos a las redes por los propios manifestantes. Para el régimen ha sido muy difícil controlar eso, no lo han logrado ni lo lograrán; han creado leyes y decretos leyes y la gente continúa denunciando, es el único mecanismo que tienen ante tanta indefensión e impunidad.
PU: ¿Crees que el periodismo independiente en Cuba está incidiendo en una mayor apertura democrática?
CA: El estado de la democracia y libertad de un país se mide por el nivel de libertad de prensa y expresión que exista en ese país. Por lo que les he narrado, es evidente que Cuba, aunque la cúpula quiera simular cierta apertura, sigue siendo un sistema autoritario, cerrado, una tiranía socialista de las más macabras, el resto es camuflaje.
La apertura democrática solo será realmente posible cuando derribemos ese sistema, cuando los Castro y su séquito abandonen el poder y entonces podamos transitar hacia una democracia plena, hacia un sistema libre de dogmas e ideologías, en donde la censura y la represión al disenso no se normalice, donde se respeten los derechos humanos y donde los ciudadanos tengan los mecanismos y las instituciones para exigir sus derechos y fiscalizar el poder. En todo ese proceso, por supuesto que la prensa tendrá un rol fundamental.
Pero, mientras persista en todo ese engranaje el modelo, el sistema socialista que tanto sufrimiento y miseria ha traído a Cuba, la familia Castro y su séquito y el Partido Comunista, cualquier transición será ficticia.
La información, el periodismo independiente, ha resultado ser un enemigo muy poderoso de la tiranía socialista cubana. Por eso el objetivo de todo este hostigamiento es doblegarnos, hacernos desistir de reportar desde la Isla y, sobre todo, obligarnos al exilio, es la forma que tienen de deshacerse de quienes les resultamos incómodos.